jueves, 9 de julio de 2009

Víctor Frankl - El hombre en busca de sentido (Man's Search for Meaning )

Acabo de llegar de Viena…

Mi amigo Edgar me ha prestato un libro de Viktor Frankl que nos muestra su experiencia en el campo de concentración en Auschwitz.

Estoy casí terminando de leerlo...

Viktor Frankl nació en Viena, Austria el 26 de Marzo de 1905. Él fundó la tercera escuela de psicoterapia vienesa a la que llamó Logoterapia.

En otoño de 1942, junto a su esposa y a sus padres, fue deportado al campo de concentración. En 1944 fue trasladado a Auschwitz y posteriormente a Kaufering y Türkheim, dos campos de concentración dependientes del de Dachau. Fue liberado el 27 de abril de 1945 por el ejército norteamericano. Viktor Frankl sobrevivió al Holocausto, pero tanto su esposa como sus padres fallecieron en los campos de concentración.

Víctor Frankl aunque haya sido un prisionero en el campo de concentración, no ha escrito su experiencia bajo la óptica de un prisionero, pero bajo el punto de vista de un psiquiatra.

El hombre en busca de sentido (Man's Search for Meaning) ha sido traducido a más de veinte idiomas y la Library of Congreso en Washington lo ha declarado como uno de los diez libros de mayor influencia en América.

Dejo aquí en mi blog una de las partes del libro que más me ha llamado la atención mientras lo leía hoy por la mañana en una cafetería cerca de casa.


La pregunta por el sentido de la vida

Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud frente a la vida. Debemos aprender por nosotros mismos, y también enseñar a lo hombres desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino que la vida espere algo de nosotros. Dejemos de interrogarnos sobre el sentido de la vida, y en cambio, pensemos en lo que la existencia nos reclama continua e incesantemente. Y respondamos no con palabras, no con meditaciones, sino con el valor y la conducta recta y adecuada. En última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a las cuestiones que la existencia nos plantea, cumplir con las obligaciones que la vida nos asigna a cada uno en cada instante particular.

Esas obligaciones y esas tareas, y consecuentemente el sentido de la vida, difieren de un hombre a otro, de un momento a otro, de forma y manera que resulta imposible definir el sentido de la vida en términos abstractos. Jamás se podrá responder a las preguntas sobre el sentido de la vida con afirmaciones absolutas. “Vida” no significa algo el destino de cada hombre, un destino distinto y único en cada caso singular. Ningún hombre ni ningún destino pueden compararse a otro hombre o a otro destino. Tampoco se repite ninguna situación, y cada una reclama una respuesta distinta. Una situación, en ocasiones, puede exigirle al hombre que construya su propio destino realizando determinado tipo de acciones; en otras, le reportará un mayor beneficio dejarse inundar por las circunstancias, contemplarlas y meditarlas, y entresacar los valores pertinentes. Y, a veces, la existencia demandará del hombre que sencillamente acepte su destino y cargue con su cruz. Cada situación se diferencia por su unidad irrepetible, y para cada ocasión tan sólo existe una respuesta correcta al problema que plantea.

Cuando un hombre descubre que su destino es sufrir, ha de aceptar ese sufrimiento, porque ese sufrimiento se convierte en su única y peculiar tarea. Es más, ese sufrimiento le otorga el carácter de persona única e irrepetible en el universo. Nadie puede redimirle de su sufrimiento mismo: se personifica según la actitud que adopte frente a ese sufrimiento que la vida le ofrece como tarea.

Para los prisioneros estos argumentos no constituían especulaciones muy alejadas de la realidad, más bien se presentaban como los únicos pensamientos capaces de ayudarnos y defendernos de la desesperación, aun sin percibir ningún indicio que nos permitiera albergar alguna esperanza de salir de allí con vida. Ya habíamos superado la etapa, el debate ingenuo, de creer que el sentido de la vida consiste en alcanzar objetivos a través de la creación de algo valioso. Nuestro sentido de la vida abarcaba los amplios círculos de la vida y muerte, del sufrir y el morir. Ahí se entablaba nuestra lucha.
El hombre en busca de sentido
Víctor Frankl

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